Hoy, 19 de marzo, es el día mundial del sueño.
La importancia del sueño en la salud cardiovascular es un tema cada vez más relevante en la investigación médica. Numerosos estudios han demostrado una estrecha relación entre la falta de sueño y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
El sueño desempeña un papel fundamental en la regulación de varios procesos fisiológicos, incluida la función cardiovascular. Durante el sueño, el cuerpo tiene la oportunidad de recuperarse y repararse, lo que incluye la reducción de la presión arterial y la frecuencia cardíaca. La falta de sueño puede interrumpir estos procesos, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de hipertensión arterial, enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y otras afecciones cardiovasculares.
Dormir bien nos llena de energía, evita cambios drásticos del peso y previene enfermedades como son las cardiopatías.
La Asociación Americana del Corazón, declaró que la falta de sueño tiene una estrecha relación con las enfermedades cardiovasculares; sin embargo, no puede indicar la cantidad necesaria de sueño, pues no hay suficiente evidencia científica que lo respalde.
“Sabemos que el sueño corto, por lo general definido como menos de 7 horas por noche; demasiado largo, más de 9 horas por noche, y trastornos del sueño pueden aumentar algunos de los factores de riesgo cardiovascular, pero no sabemos si mejorar la calidad del sueño reduce esos factores de riesgo”, explica Marie-Pierre St-Onge, presidenta del panel que revisó la ciencia.
Añade que debido a que la evidencia científica no muestra una relación dosis/respuesta específica entre la duración del sueño y la salud cardiovascular, la Asociación Americana del Corazón no puede ofrecer consejos específicos sobre la cantidad de sueño necesaria para prevenir problemas cardiovasculares.
Asimismo, indica que se tiene más evidencia de la falta de sueño relacionada con la obesidad y diabetes, pues en esas áreas se ha realizado más investigación.
“Ésas son los dos principales trastornos en los que existen estudios de intervención que muestran que los factores de riesgo se incrementan cuando se altera el sueño”, dice.
En el caso de la obesidad, explica que los estudios han demostrado que no dormir bien afecta la ingesta de alimentos e incrementa el peso corporal, pero hasta ahora, los estudios han sido realizados en períodos cortos, por lo que se requiere investigar a detalle.
Respecto a la diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, también se ha establecido una conexión, pero de igual manera, se requieren más estudios.
La especialista subraya que si bien falta evidencia, los médicos deben preguntar a los pacientes sobre sus hábitos de sueño, es decir, cuánto duermen, la calidad, si roncan o tienen otras alteraciones.
Esto ayudará a detectar otros problemas como la apnea, la cual se presenta principalmente en personas con obesidad que roncan.
“Los pacientes deben ser conscientes de que el sueño adecuado es importante, al igual que la actividad física y comer una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, granos integrales, carnes magras y pescado son importantes para la salud cardiovascular. El sueño es otro tipo de munición que podemos adaptar para mejorar la salud”, concluye.
Para proteger la salud cardiovascular, es fundamental priorizar el sueño adecuado y adoptar hábitos de sueño saludables. Esto incluye establecer una rutina regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir, evitar el consumo de estimulantes como la cafeína antes de acostarse y buscar tratamiento para los trastornos del sueño como la apnea del sueño si es necesario. Al priorizar el sueño adecuado, podemos ayudar a proteger nuestro corazón y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.